La cuesta de piedra





Bajo todos los días la cuesta de piedra, un paisaje decadente que me hace sentir extraño. Siempre tengo la sensación de que estoy en un lugar caótico, abandonado y lleno de contrastes; donde callejones sin salida, barrancos abandonados a su suerte llenos de basura y tuberías que no van a ninguna parte nos informan de la dejadez del hombre, que realiza algo para después abandonarlo por simple apatía.
Hay un bar a media cuesta en el que paro cuando llueve, la gente que está en él me saluda como si me conociese, como si un personaje de paso despertase su interés en ese lugar abandonado, en el que pocas veces sucede algo, en el que la vegetación y el cemento se mezclan en una extraña armonía creada por si misma, en el que la aceras se cortan porque el hombre es lo que menos importa.
























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